domingo, 27 de marzo de 2011

ARTE FUNERARIO


Los antiguos egipcios creían que el hombre estaba compuesto de tres elementos: ba, ka y akh. La momificación y la representación artística a través de una escultura o una máscara eran parte de un ritual necesario para asegurar la inmortalidad de estos tres aspectos de lo humano. Las pinturas acompañaban eternamente a las almas de todo lo necesario, y aseguraban la continuidad de los placeres terrenales en el más allá, les proveían de servidores, lugares de esparcimiento, espectáculos, comida y guerra. Bajo el reinado de Narmer (3.200 a.C) se establecen los códigos estéticos en la pintura y los bajorelives. Las figuras se representarán frontalmente cuando deban verse desde su punto optimo. De esta manera, la anatomía sigue una lógica conceptual, tomándose lo esencial de la figura (si es humano, animal o mitológico) y se procede a una caracterización de tipo genérica. Se crearon así una serie de convenciones estéticas complejas que conformaban un auténtico código que no podía ser alterado. En este sentido, un desvío a la norma podría ser equiparada a una falta de ortografía o a un error gramatical. Se aplicaban a la representación de dioses y la familia real. Cuanto menor era el rango del representado, mayor libertad se permitía a su imagen. Así, los esclavos y campesinos se pintan de una manera extremadamente naturalista, en posiciones Para el hombre se reflejan los dos pies de perfil, que es su forma más representativa, y se colocan ambos del mismo lado, como las manos (es decir, aparecen dos manos izquierdas, dos pies izquierdos, para no ocultar tras el perfil el quinto dedo). El rostro también aparece de perfil, pero el ojo, que es el rasgo más importante, se coloca de frente. También se ubica el tronco frontalmente (a excepción de los senos que se alinenan de perfil a ambos lados) De perfil también se representan caderas y piernas, de las cuales una por delante de la otra, permite identificar el sexo de la figura.

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